miércoles, 9 de enero de 2008

Lord Byron y el espejo


Voy a romper una regla que me autoimpuse hace ya mucho tiempo. La regla era no publicar nada personal en internet. Ni un relato, ni un poema, ni una canción. Pero el otro día encontré en el portátil un par de esos poemas escritos en horas bajas, uno de ellos corto como un Haiku, que no tiene la cadencia ni la chispa necesaria como para convertirse en canción (que debería ser el destino de todos los buenos poemas). El poema en cuestión decía así:


Hoy todas las razones están pendiendo de un hilo,
Todos los sentimientos son títeres entre tus dedos
Cortar el sedal sería tan sencillo,
Dejar escapar ese pez plateado, y vagar libre por el arroyo,
Hasta desembocar en la inmensidad del mar

Hoy es la arena la que construye castillos de cristal,
En una playa en la que nunca he estado, que nunca he visto
Que yo me imagino que estará llena de perlas,
Y estás ausente contemplando sus brillos
Y quizá por eso el teléfono me ha retirado la palabra

Hoy ha llegado el momento de decirte adiós con la mano
Mañana dios dirá
Mañana igual descubro que tu sedal
Es la cuerda que faltaba en mi guitarra,
Y que con ese gesto de despedida,
Aún puedo tocarte algún acorde bonito


Lord Byron es uno de esos autores cuya biografía aparenta ser mucho más interesante que su producción literaria. Hombre abrumado por sus complejos, por la importancia de lo físico y lo externo, galán de la época romántica e influyente en muchos aspectos. Hoy día, el término "romántico" se ha visto despojado de todas sus connotaciones farragosas. Romántico es hoy aquél que regala a su novia una caja de bombones, o escribe el nombre de ella en el cielo. Pocos sabes que el movimiento romántico tenía un carácter rupturista, y que fue el precursor de los movimientos nacionalistas, una respuesta a la cultura de la Ilustración.

Los románticos como Lord Byron situaron la importancia en el "yo" y, como tales, adquirieron una fuerte conciencia de sí mismos. Esto, como figura literaria, se expresó como una exageración exacerbada de los sentimientos propios.

Esto viene al caso de una reflexión que acabo de formular después de haberme dado con todos los picos de la mesa que tiene la vida. La reflexión es esta, a la vez sencilla y abrumadora: Todos disfrutamos sufriendo. Obviamente, no cuando sufrimos por cosas importantes de verdad. La importancia de un sentimiento se la da cada cual, y en esto es muy difícil discutir, pero un cáncer terminal es bastante más importante que, digamos, una ruptura de relaciones. Porque hablamos de amor, que es de lo que hablaban los románticos, aunque ellos lo hicieran en un sentido mucho más amplio: amor por una mujer, sí, pero también por un lugar, por unas costumbres, amor por el simple sentimiento de amar.

Todos disfrutamos sufriendo por amor. Todos exageramos nuestros sentimientos como hacían los románticos. A todos nos gusta mirarnos al espejo y sentirnos los seres más miserables sobre la faz de la Tierra. Y es que es mucho más cómodo caer que trepar. Y cuando caemos, sentimos un vértigo muy parecido al que sentimos en lo más alto, y podemos usarlo como sustituto fácil. Se está muy a gusto al fondo.

Lord Byron decía: "Es mi destino arruinar todo a lo que me acerco", y Douglas Dunn opina que eso no es más que auto-conmiseración, máxime para un hombre que, en determinados momentos fue capaz de gobernarse, reformarse, y llevar las riendas de su propia vida. Lo mismo ocurre con personajes como Kurt Cobain o Enrique Urquijo, personas que hicieron de la tristeza su profesión, su modo de ver el mundo. Esto no debería pasarnos a nosotros, pero nos pasa. Todos somos un poco Lord Byron a veces. Todos vemos la rosa marchita antes de florecer. Todos ahogamos la esperanza al fondo de un vaso de ginebra, y le contamos nuestras penas al cenicero del bar, sintiéndonos terriblemente importantes.

"Un hombre debe hacer algo mejor por la humanidad que escribir versos". Esa también es una frase de Lord Byron. De todo lo que significó esa etapa de mi vida, sólo quedan esos versos, algunas canciones (la mayoría amargas, adios gracias muy pocas auténticamente "románticas") y una valiosa lección. Una lección que hoy por hoy me hace feliz, porque quizá la felicidad más pura es la que parte de uno mismo, la que uno mismo se auto-impone al igual que se autoimpone la tristeza. Es la felicidad de saber que se puede ser feliz por otras vías que no dependen de una persona concreta, sino de multitud de pequeñas cosas con las que la vida viene por defecto.
La vida viene de fábrica con todo eso. Viene con atardeceres, con mañanas tranquilas con tazas de café bien calentitas. Viene con sonrisas, aunque a veces haya que buscarlas. Supone retos y aventuras. La vida está para superarse a uno mismo, y sobre todo para aprender. También viene con grandes dosis de dolor, de tristeza, de traiciones y de injusticias, faltaría más. Si llevamos esas últimas a sus más grandilocuentes consecuencias, si sufrimos como no ha sufrido nadie... ¿por qué no podemos valorar también lo otro?

En el documento de texto en el que encontré el primer poema, había otros dos. El segundo de ellos llevaba por título "tu luz", y decía así:



Solía encender la lámpara de mi mesilla de noche, de pequeño
No fuera a haber monstruos escondidos bajo la cama
Era un niño asustado, ahora soy un hombre asustado
No hay mucha diferencia,
Salvo quizá que ahora sé
Que los monstruos no están bajo la negrura de un colchón
Sino en todos los demás lugares
En las calles, en los parques, en la televisión
Y aún incluso dentro de mi cabeza

Ahora busco tu luz como una polilla
Ahora que estás tendida a mi lado en la cama
Duermo tranquilo; ahora sé
Que sigue habiendo monstruos tras las ventanas
En las calles, en los parques, en la televisión
Y aún incluso dentro de mi cabeza
Pero no hay monstruos debajo del colchón
Y eso, sin saber por qué,
Me tranquiliza
Y puedo soñar en paz.

Sólo hay una cosa,
Que tal vez me desasosiegue un tanto
Y es que tu luz ha empezado a derretirme
No tendría importancia
Si uno acabase fundiéndose al otro
Pero sospecho,
Que voy a ser yo el único que se derrita contra el colchón
Y al final te marches con tu luz y me dejes solo
Soñando solo
pesadillas
en la oscuridad.

El tercer poema, el último y el más corto, decía así:

Repito el mismo verso hasta que deja de tener sentido,
Como se pierde el sentido después de la enésima copa
Ambos son sentidos prohibidos,
Excepto quizá para los poetas.

Y con estos tres poemas tontos había pasado ya por todas las fases del dolor. Y he llegado a una conclusión:

Lord Byron se pasó la vida mirándose al espejo. Lord Byron se pasó la vida mirándose a sí mismo. Deberíamos aprender todos de Lord Byron. De lo bueno y de lo malo.

3 comentarios:

Sh dijo...

Me gustaron tus poemas. Ahora que me encuentro en un momento muuuy cercano a hacerme una Lady Byron a ratos no puedo no estar más de acuerdo contigo. EN mi caso, no es el Amor, es más existencial. El sentido de la Vida, las Mentiras, la fragilidad del amor, etc.
Me he visto a veces estos días convertido en la caricatura de una chica triste, cantando: Estoy triste porque el mundo me ha hecho así, porque nadie me ha tratado con amor... Y cuando me vi, paseando mi cara de amargura en los trenes, las calles, reflejada en las ventanas, apesadumbrada.. cuadno me ví, me reí. Me han querido, me han amado.

No debo ser tan ingrata con la vida.

No me gusta ser esa caricatura de Postadolescente Marchita, no va con mi idiosincrasia de Sarita Sonrisas. Jajajaja.

Anónimo dijo...

Me gusta leerte, porque en muchas de tus palabras me leo a mi mismo. No he podido con el tiempo evitar declararme romántico, un yoista, que ha descubierto que lo único que importa realmente es uno mismo, y que quizá por eso el lo único que merece la pena dar.
Quizá mi pequeña reflexión, que sin duda ya me habreis oido, os ayude a alguno a entender mi visión delromanticismo: hace ya un tiempo que entendí la felicidad imposible, quizá me di cuenta cuando me decidí a no mentirme a mi mismo nunca más. Sin embargo, esta conclusión no fue otra cosa más que liberadora.

Anónimo dijo...

Llevaba tiempo pensando en como responder a este artículo. Hoy encontré la respuesta. Yo también he sentido todo esto en algún momento... Hace ya tanto. Había olvidado prácticamente lo que significaba. Pero he encoentrado algo que escribí en el 2004. No es bueno en absoluto, pero es sentimiento:

A veces no se pierde el tren,
sólo se cambia el billete
para un poco más adelante.
Observo un paisaje al infierno
una y otra vez,
hasta quemarme las manos.
Es entonces cuando pienso
que antes de empezar el viaje
hay que hacer las maletas.

Es posible que ya te lo mandara algún día...
Cuando lo escribí era el principio del fin de algo muy importante en mi vida. Pero las cosas pasan... Y es mejor no remover la mierda, que luego huele...