miércoles, 19 de diciembre de 2007

Cara de Perro

A cara de perro lo conocemos todos. Puede ser cualquiera, como el demonio de Fallen. Puede ser ese tipo detrás del volante, al que Dios le regaló un pito en vez de labios. Puede ser un funcionario, disfrutando de su divinidad tras su espacio acotado en el vano de una pared. También puede ser el viejo que refunfuña en voz baja pero audible, para que todos nos percatemos de que desaprueba este siglo, porque el pasado le quedó corto. O los chavales que te asesinan con sus miradas debajo de las gorras, esas miradas de L.A. bro, take it easy man, que intentan demostrarnos que son terriblemente peligrosos. O los policías cuando entras en la comisaría, que dan por sentado que llevas una bomba en tu mochila de estudiante.

Qué pena me da de ver tantas manifestaciones de cara de perro sólo yendo y volviendo de la universidad. Que el mundo es un asco lo sabemos todos. Que el mundo es un asco, en parte, gracias a la contribución de cara de perro, no tantos. Se ha perdido el valor de la sonrisa, un tanto indefinida y sincera, cuando nos movemos por la ciudad. Madrid estrangula nuestras almas con la paciencia de un psicópata en serie. Si vas sonriendo por la calle, pensando en tus cosas, la gente tiende a pensar que eres un poco tonto.

Una de las cosas que más me gustan es entrar al estanco. No sé por qué será, pero los estanqueros tienen un algo especial. "Hola, buenos días ¿cómo estamos? Muy bien, muchas gracias". Sonrisa por aquí, sonrisa por allá, compras cuatro sellos para Estados Unidos y te explican de cuánto deben ser y cuánto aumenta el precio dependiendo del tamaño de los sobres. Los estanqueros, vaya dios a saber por qué, han escapado de la maldición de Madrid, de los gritos y las miradas sucias, de las manos en los bolsillos que sujetan temblorosas una navaja dialéctica o real para aquél que vulnere nuestro espacio; aunque sólo sea un roce.

Yo, después de tratar con mi estanquero, vuelvo a casa y soy feliz. Tengo esa sonrisa de estupidez en la cara. Es una sonrisa que no me hace guay ni peligroso. Pero es lo que hay. Unas palabras cordiales y amables obran milagros y, además, funcionan como un sortilegio. Yo ya no frecuento otros estancos, que no quiero traicionar a mi estanquero.



Hay que saludar en el ascensor, hay que sujetar las puertas del portal para que entren los rezagados y hay que ayudar a las viejecitas con bolsas de la compra, y cederles el sitio en los autobuses. Hay que admitir los errores de los demás cuando conducen, porque errores los cometemos todos. Y hay que responder con simpatía, y resolver las dudas de todo el que se acerque a preguntarte cuando estás en tu puesto de trabajo, aún a pesar de que tu anterior cliente fuese cara de perro. Si no, te conviertes tú mismo en cara de perro, y conviertes en cara de perro al que venía feliz y pensando en sus cosas. La maldición se transmite como en Fallen, pero este virus sólo necesita contacto visual.

De vez en cuando, sin embargo, se oyen risas por la calle. Cara de perro también se ríe, no se vayan ustedes a creer lo contrario. Se ríe de los demás, a carcajada abierta, a mandíbula batiente, a labios partidos. Se ríe con prepotencia de los demás. Qué triste. Qué paradoja.

martes, 18 de diciembre de 2007

Esos Locos Bajitos: Capítulo 2: EL CHINDOGU

Pues eso, que he recopilado una serie de "Chindogus", o inventos estúpidos japoneses que había por la WWW.

Para que algo sea un Chindogu, debe cumplir ciertas condiciones. A saber: El invento no puede usarse realmente, tiene que construírse (no vale hacer un plano), tiene que tener un uso cotidiano, no puede ponerse a la venta, o registrarse de ningún modo, etc.



Una corbata-paragüas. Elegante y funcional. Puedes ir de traje al trabajo y, además, puedes usar el paragüas para protegerte de todos las artículos de oficina que sin duda te van a lanzar.


El bebé gatea por primera vez, y es un momento de alegría y jolgorio para la familia. ¡Ya nos podemos ahorrar dinero y despedir a la asistenta!


Mantequilla en barra. Después de este invento, los cuchillos que no cortan han perdido por fin cualquier papel que pudiesen jugar en este mundo.


Método rápido para enfriar el Ramen y, de paso, sacar partido al siguiente invento.


Este último no está del todo mal pensado, pero yo lo pondría en otro sitio, convirtiendo una actividad cotidiana en algo infinítamente más cómodo.

¿Libertad o seguridad?

REALLY?

Existen muchísimas teorías políticas, pero yo las voy a reducir a dos: las que promueven la libertad, y las que promueven la seguridad. Sería inútil que alguien puntualizase que ésta es una visión un tanto parcial del asunto, pero si he reducido una cuestión tan compleja hasta el absurdo, es para poder entendernos todos. Porque en el fondo no voy a hablar de política (es de muy mala educación), sino de cómo reaccionamos ante la propia estructura de poder que nos dirige y nos gobierna.

De esta estructura de poder, como ya he dicho, se pueden derivar dos corrientes, una que aboga por la seguridad, y que podríamos llamar un estado paternalista, y otra por las libertades individuales, y los derechos particulares. La idea, que de por sí es bastante simple, tiene como resultado un tira y afloja ideológico en el que en el fondo lo que queremos decidir es cómo de corta queremos atarnos la correa, y el miedo que nos tenemos a nosotros mismos (y con esto me refiero al resto de los individuos de nuestra especie).
Como me niego a hablar de política, voy a traducir estos conceptos dentro del universo mutante de la Marvel, por tres motivos:

1. Refleja la situación social en la que vivimos por medio de metáforas, y en concreto el microcosmos que representa Estados Unidos, cuya situación se puede extrapolar, con sus más y sus menos, a todos los países del primer mundo que comparten su misma estructura económica.
2. Me permite hablar con completo conocimiento de causa, un conocimiento que sería por fuerza parcial si estuviera hablando del mundo real. Así no incurriré en errores por no tener suficiente información.
3. Las metáforas utilizadas son terriblemente simplistas. Esto, claro, tiene su lado positivo y su lado negativo. En el aspecto positivo nos permite contemplar el asunto a tratar con una cierta perspectiva. El negativo es que perdemos la riqueza de interpretaciones y matices con la que cuenta el mundo real. Téngase en cuenta a la hora de seguir leyendo.

Bien, lo primero es ponernos en situación. La población mutante ha crecido mucho en los últimos años, y nos encontramos ahora mismo en un periodo de adaptación entre las relaciones entre humanos y meta-humanos. Entre los primeros las opiniones se dividen, pero podría decirse que hay una mayoría que los odia y los teme, y una minoría que considera que todos deberían coexistir en armonía. Las instituciones legales, la constitución y el gobierno, no fueron creados para tratar con esta situación, y en muchos casos se manifiestan incompletas o insuficientes. Por otro lado, los mutantes también se dividen entre los que quieren coexistir pacíficamente con los humanos, y aquellos que se consideran superiores, el nuevo escalafón evolutivo, y desean la extinción de la especie más débil.

El punto de partida, por mediación de Bruja Escarlata, es que muchos de estos mutantes pierden sus poderes de repente, y se encuentran de nuevo viviendo como hombres y mujeres en el corazón de América. De Generación M, de Jenkins, se pueden extraer las dos posturas que tienen los humanos acerca de los mutantes:

1. El congresista Sikes, de políticas populistas, cree que debería realizarse un registro de toda la población mutante.
2. La periodista Sally Floyd se opone a Sikes y analiza en sus artículos el aspecto más humano del asunto: Entrevista a mutantes que han perdido sus poderes y cómo deben adaptarse de nuevo a una vida corriente.

El término "cultura del miedo" lleva unos cuantos años en la boca de todos. La primera vez que lo oí fue en el famoso documental "Bowling for Columbine", lo cual implica que ya había sido utilizado mucho antes, pues siempre pasa un tiempo prudencial hasta que un nuevo concepto se introduce dentro del mainstream. Por cultura del miedo yo entiendo la manipulación de la información por parte de la prensa o los regímenes políticos, con el objetivo de crear un alarmismo social que convence a la población de tomar determinadas actitudes; en resumen, hace manejables a las personas para cumplir intereses partidistas o poco éticos.
La pregunta es si la cultura del miedo tiene cabida dentro del universo mutante. El dato objetivo es el siguiente: existen mutantes buenos y mutantes malos. Los mutantes malvados, gracias a sus poderes, son capaces de causar más daño del que harían los sapiens normales. Quizá un ejemplo que entienda casi todo el mundo, sería el "Heroes", en el capítulo de la primera temporada llamado "Five years later". En él se teme que vuelva a surgir un super-hombre como "Sylar" que cree un desastre similar. Nathan Petrelli opta por acabar con todos los humanos con poderes para evitar un mal mayor (sabemos que el objetivo no es éste, pero nos sirve para explicarnos).

Civil War: Los Mutantes toman partido en la política Norteamericana tras el 11 de Septiembre.

La política del congresista Sykes no es tan radical como la de Nathan Petrelli. Lo único que pretende es llevar un seguimiento de todos los mutantes, en principio anteponiendo como interés la seguridad de toda la población (mutantes y no mutantes, pues también existen grupos de terroristas sapiens que se dedican a asesinar muties). ¿Por qué esta política de seguridad se ve de una forma tan negativa?
Leí un artículo hace tiempo en el País Semanal, que creo que era de Antonio Muñoz Molina. En un viaje a Estados Unidos había tenido que rellenar un montón de datos, entre ellos, su filiación religiosa y su tendencia política. Él decía que podía dar esos datos sin ningún problema, ya que existe la libertad de cultos, y la libertad de voto. Sin embargo luego argumentaba que lo que era legal un día, podía hacerse ilegal al siguiente, y que no debíamos confiar demasiado en el Estado. Es decir, libertad frente a seguridad, el Estado mínimo de Rosseau frente al Estado máximo (el Estado es un mal necesario, pero cuanto más podamos minimizar ese daño, tanto mejor).
La periodista Sally Floyd tampoco escapa de la crítica. Como parte del mundo de la prensa, modifica y altera la información. Trata de vender la cara más humana de los mutantes, de una forma partidista en cuanto en tanto que, básicamente, lo que hace es dar respuesta a la política de Sykes. Intenta demostrar que existen mutantes buenos, que sufren, pero no se mancha las manos a la hora de buscar una solución a la inseguridad en el universo Marvel.
Libertad contra seguridad, de eso va todo el asunto. Todos queremos ambas cosas, pero parece como si tuviéramos que acabar con una para conseguir la otra. El Estado máximo es corrupto, y el Estado mínimo no nos protege. ¿Cuál es la solución? Un conveniente punto medio que no encontramos nunca.

Espero con este artículo, no haber mostrado ninguna opinión, ni ninguna tendencia política. No me gusta la política, por si todavía no ha quedado claro. La pregunta era ¿Cómo de larga queremos la correa? La respuesta (poco satisfactoria, lo sé), es que, sea lo larga que sea, todos somos los mismos perros con distintos collares.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Tarot de las Sombras II

Dejo aquí cinco cartas más del tarot de las sombras, correspondientes a cinco Arcanos Mayores:









Aprovecho también para dar alguna información adicional sobre el origen del Tarot (y así completo la información que di en uno de los comentarios). Y es que lo cierto es que existen muchas teorías distintas. En 1781, Court de Gebelin anticipa la teoría de que los arcanos mayores son, en realidad, jeroglíficos egipcios (particularmente, creo que su visión puede estar bastante influída por las corrientes herméticas). Otro origen apunta al juego indio del Chaturanga, que podría datarse en torno a los siglos V y VI. También se podría hacer referencia al alfabeto hebreo y la Cábala, porque se pueden encontrar similitudes entre las 22 letras y los 22 arcanos mayores. Por último se puede considerar que el tarot está relacionado con la palabra hebrea Torah, ya que si se da la vuelta a la palabra "Tarot", quedaría "Torat".

Información extraída de: J. Felipe Alonso, Diccionario Espasa de las Ciencias Ocultas, Espasa, Madrid, 1999.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Alegato: El rol y las buenas historias

Esta entrada necesita una pequeña explicación. La escribí en Londres, como parte de un pdf que luego distribuí entre los jugadores de mi campaña de rol ambientada en el universo de Buffy Cazavampiros. El texto que sigue a continuación es la introducción del mismo, donde hacía (y hago) un alegato en defensa de los juegos de rol, de las buenas historias, y de la calidad de Buffy TVS (tengo escrito un artículo mucho más largo sobre este último punto, pero habrá que dejarlo para otro día). La única parte que puede llevar a confusión es el final, en el cual hablo de las ideas que subyacían detrás de ciertas partidas que arbitré como máster a lo largo de los tres años que ha durado esta campaña. Espero que lo disfrutéis y que no empecéis a pensar que soy un poco "blah". He cortado la parte final, que no le interesaba a nadie salvo a mis jugadores, por eso el alegato acaba de forma un tanto abrupta.



ALEGATO



Contadores de historias han existido en todas las culturas y en todas las épocas. Sólo cambia el formato de transmisión, pero la base es la misma.


Creo a pies juntillas que desde que se inventó la palabra, se inventó la historia. Es el instrumento perfecto para condensar la ficción. O el mito, que es lo mismo. El mythos en la antigua Grecia, enfrentado tradicionalmente al logos, o la razón. La historia no tiene por qué ser real. Puede incluso no ser creíble. En cierto sentido, ejemplifica la evasión, la necesidad del ser humano de despegar, por un momento, los pies de este universo. Las historias son como los sueños. Como decía un druida en la antigüedad: "no estropees una bella historia con la verdad".

Todas las historias encierran fábulas morales. Esto no quiere decir que tengan necesariamente un afán aleccionador. Pero siempre esconden en su contenido una serie de preceptos éticos. Se hallan enmascarados de forma subliminal detrás de los acontecimientos y de la estructura. Es decir, en el fondo, más que en la forma. Muchas veces no los percibimos, pero conforman el corazón de la historia. Su alma. Cuando se cuenta una historia, siempre es porque hay algo que se necesita decir.

El segundo concepto que conviene desarrollar antes de entrar en materia, es el de "juego". Sin duda el juego es aún mucho más antiguo que la historia. Los animales, en su fase de crecimiento, practican el juego como un medio de aprendizaje para la vida adulta. El ser humano adaptó esta "simulación de la vida", convirtiéndolo, en muchos casos, en un puro medio de entretenimiento.
A finales de los años 60, se desarrolla en Estados Unidos un nuevo concepto de juego. En el país que desde Europa lleva tiempo viéndose como un desierto intelectual surge una idea novedosa que combina la historia con el juego de un modo que no se había explorado nunca con anterioridad. El juego de rol representa un avance en el modo de contar historias como no se ha conocido en más de diez mil años de evolución humana. Su invención debería compararse a la de la escritura, o el cine.

Sin embargo, no ha representado una revolución como cabría esperar. Y es que por más que intenten vendernos pantallas de Máster, dados de colores y figuras de plomo, son incapaces de convencernos: Un juego de rol no da dinero. En cierto sentido, representa la revolución anticapitalista de los medios de entretenimiento. Es el videojuego de Scott Card, que se reinventa a sí mismo, la película que nunca acaba, el libro que avanza en la trama siempre que el lector quiera seguir leyéndolo. Es el monstruo de Frankenstein, surgido para rebelarse contra su creador.

El juego de rol es el sueño de Michael Ende hecho realidad: Una historia que no se acaba nunca. Una en la que se puede participar, no por simpatía, sino de un modo completo y absoluto. Debería de haberse aplicado como sistema educativo desde hace mucho. Un juego de rol nos enseña sobre moral, nos ayuda a meternos en la piel de otros, nos hace extrovertidos, imaginativos, inteligentes, nos enfrenta a problemas y acertijos que debemos resolver. Un juego de rol es un simulacro de estar vivo, en definitiva, y de cómo afrontar la vida que tenemos. Y al final, un juego de rol es sólo una historia. La historia de siempre contada sobre un soporte distinto. Y esa característica, tan clásica y ancestral, es lo que la hace tan sugerente, tan tentadora.

Tolkien, quizá uno de los escritores que más tiempo dedicaron a cuidar el esqueleto clásico de las buenas narraciones. Como consecuencia, creó una obra atemporal.

Pero el juego de rol ha fracasado. En lugar de convertirse en un sistema de entretenimiento y aprendizaje de masas, se ha mantenido discretamente oculto dentro del limitado círculo underground de las tiendas de cómics, el cine de serie B o los relatos de ciencia ficción. Y tiene sentido. Su misma base representaría una contradicción para nuestro moderno sistema de valores, basado en la competitividad, que ya se fomenta desde el instituto, en los deportes, en la vida laboral e incluso en el ocio. Resulta curioso constatar que el aspecto más complicado de entender dentro del rol es el hecho de que es un juego en el que todos ganan al mismo tiempo, y casi siempre se gana. Es un juego en el que el final no es particularmente importante, sino la forma de llegar hasta él. Un juego donde a veces es más divertido interpretar a un marginado social antes que a un héroe. Todo esto representa una ruptura en el sistema de valores que, por decirlo de una forma impersonal, intenta transmitirnos la sociedad.

A veces me pongo a pensar en las aplicaciones que el rol podría tener en la sociedad moderna y me echo a temblar. Podría ser usado por los psicólogos para sus terapias de grupo, como una cura para la timidez, o para ciertos trastornos como el autismo. Se podría emplear en las entrevistas laborales o para fomentar la colaboración de los trabajadores en las empresas. Podría utilizarse también como válvula de escape para las tensiones de la vida contemporánea, sirviendo de vacuna contra el stress.

En 1997 se emitió el primer capítulo de Buffy: The Vampire Slayer. Joss Whedon, su creador, nos estaba contando una historia. La historia no tenía nada de original, por supuesto. La lucha del bien contra el mal, de un código moral, contra la ausencia de moral. Éste es el esquema básico de casi todas las historias.
No nos engañemos, BTVS va sobre vampiros. Y sobre chicas de armas tomar que se enfrentan a ellos, y combates de kung fu contra las fuerzas de la oscuridad entre las lápidas de un cementerio. Pero lo que llama la atención es el corazón de la historia: una compleja metáfora sobre las relaciones interpersonales, sobre los conflictos de la juventud y, sobre todo, sobre la aventura que supone hacernos mayores.


Última escena de Buffy TVS. Todas las historias acaban, y el ciclo se cierra y se convierte en mito.


Buffy Summers, como Elegida, ejemplifica al adolescente que, de pronto, ha de empezar a aceptar las responsabilidades del mundo adulto. Una chica en la serie, ignorada por todos en el instituto, se vuelve literalmente invisible. El episodio en el que el entrenador convierte a su equipo de natación en monstruos acuáticos es una metáfora sobre las drogas y el dopaje en el deporte. Cuando Buffy se acuesta con Ángel por primera vez, despierta a la mañana siguiente al lado de un monstruo. Y todo para al final darnos cuenta de que lo que más nos asusta no son los propios monstruos, sino los otros seres humanos, el ser aceptado y valorado por quienes te rodean.

Creo que ha llegado el momento de juntarlo todo. En la confluencia de todas estas ideas que he ido desarrollando, estamos nosotros. Vosotros como jugadores, y yo como Máster. Para mí, el universo de Buffy representa un trasfondo perfecto para contar mis historias. En la forma, parte de dos bases fundamentales que me apasionan: la cultura popular americana moderna y los sucesos sobrenaturales. En la estructura, sigue una línea argumental que se acerca mucho al cómic y a los folletines pulp, pero con un estilo propio, especialmente cuidado en los diálogos. Pero es en el fondo donde más puedo explayarme. Porque yo no soy Joss Whedon.

Algunas de las ideas, motivaciones e inquietudes de Whedon coinciden con las mías. Pero si Joss no hubiera pasado un infierno durante sus años de instituto, no habría existido una serie llamada Buffy: The Vampire Slayer. Y sí, de acuerdo, mi adolescencia, como la de todos los demás, tuvo sus malos momentos. Sin embargo, no puedo decir, en absoluto, que yo viviera un infierno. De hecho, mirado en retrospectiva, en general me lo pasé bastante bien.

Al principio de la campaña, cuando intentaba realizar un primer esqueleto argumental, traté de copiar el fondo de Joss Whedon. Todo para darme cuenta de que no servía para nada. No se puede copiar un fondo, sólo se puede contar una historia. El fondo aparece por sí sólo, como un diamante en bruto, detrás de la historia. Está entre bastidores, fumándose un cigarrillo y paseándose por ahí sin saber muy bien qué tocar, para no romper nada. Cuando estás escribiendo un libro, o un relato, y lo relees por primera vez, te encuentras al fondo. Pero es en la segunda versión, cuando empiezas a corregir el texto, cuando puedes coger y decirle: "eh, tío. Es tu turno. Sal ahí afuera y di lo que tengas que decir, porque me ha parecido que tienes un par de ideas bastante interesantes". Es entonces cuando tu historia puede emocionar a la gente. Y entonces, a veces, llega la magia.


Stephen King, otro de mis héroes. Es un maestro en la agilidad narrativa, con los diálogos, y potenciando el interés de los lectores. Cuida el fondo y la forma, aunque mucha gente se percate sólo de esta última.

En un juego de rol, como en los cómics, o en una serie de televisión, el asunto es algo más difícil. Al principio, el fondo se queda detrás del telón y de vez en cuando susurra algo al apuntador o a los actores. Es el Máster quien debe sacarlo a relucir poco a poco, a medida que la campaña va avanzando. Mirando ahora hacia atrás, me he podido dar cuenta de algunas de las ideas que subyacían detrás de mis partidas.

"Pequod´s Swamp", por ejemplo, habla del intento de justificar la política contemporánea, las relaciones sociales, o el terrorismo, por causas históricas. Siempre ha sido un hecho que me ha molestado mucho, especialmente porque nunca he sabido cuándo la historia dejaba de ser historia. No me gusta que las Mezquitas se conviertan en Iglesias y las Iglesias en Mezquitas, porque ha habido tantas Iglesias como Mezquitas en nuestro país. No me gusta que el terrorismo islámico reclame Al Andalus, porque los fenicios llegaron antes, y los pueblos ibéricos tienen aún más ventaja, porque ya estaban allí para recibirlos. De hecho, llegará el día en el que los habitantes de la región de Afar, en Etiopía, exijan que les entreguen el mundo.

Este conflicto es representado en mi historia con el exterminio de los pueblos nativo-americanos a manos de los colonizadores del Viejo Mundo. En este caso, la situación es mucho más evidente, porque el general de las fuerzas de la caballería ha permanecido vivo desde entonces, y los supervivientes de la masacre se convierten en chacales y se dedican a devorar carne humana. Al final, descubren que no hay motivo para el odio, o para la venganza.

En "The Weird Case of the Nerd Killer", se cuenta la típica historia de instituto sobre competitividad y ambición. Probablemente todos la hayamos sufrido en nuestras carnes en mayor o menor medida, antes o durante la universidad. Es fácil imaginarnos a la protagonista de la historia, la chica que invoca al demonio: Presionada por sus padres para conseguir las mejores notas y estudiar en una buena universidad, o agobiada por problemas económicos y necesitada de una beca. En este sentido, la situación en América es mucho más cruel que la nuestra, porque allí, realmente, hay listados con los primeros puestos por notas de todos los alumnos… y los últimos. En "The Weird…" el instituto, que siempre ha estado en una constante Guerra Fría, se convierte en un campo de batalla declarado.

Por último, en "Neverland", probablemente quisiera explorar el paso de la juventud a la madurez, y aproveché para ello mi particular visión gótica del cuento de Peter Pan. Es otro de los asuntos que me preocupa, y creo que la base del problema está en que cuando eres un niño, no tienes la suficiente madurez mental para disfrutar de esa etapa tanto como se merecería. Y cuando te haces mayor, te das cuenta de que deberías haberla aprovechado más, lo cual era imposible, porque entonces eras un niño. Particularmente, recuerdo mi niñez como una etapa bastante confusa, como si mis acciones las estuviera realizando otra persona y yo fuera un mero observador. No creo que tuviera verdadera capacidad de decisión, porque mi propio criterio estaba muy limitado.

En "Neverland" nos encontramos al personaje de Wendy, que ha tenido alrededor de doscientos años para disfrutar de la niñez. Eso implica que, interiormente, ha alcanzado una gran madurez y por motu propio ha tomado la decisión de hacerse adulta. Quería poner de manifiesto muchas de las carencias que en realidad tiene la niñez y probablemente usar a Wendy como catalizador para superar mi propio complejo de Peter Pan.
La idea de "Neverland", y sus connotaciones posteriores, forman parte del fondo de la campaña de Buffy que, ahora, después de tres años entre bastidores, sale tímidamente a escena a hacer un monólogo. Básicamente, habla de niños y adultos. De adultos que quieren volver a ser niños, y de niños que quieren ser adultos de una vez. Y de niños que quieren ser niños, pero a los que las circunstancias les obligan a crecer deprisa.

domingo, 9 de diciembre de 2007

El Tarot de las Sombras

Hacía muchísimo tiempo que quería una baraja de tarot. Una de estas guapas, con rebordes dorados, del clásico tarot de Marsella. ¿Sabíais que hay muchísimos tarots distintos? Hay uno con ilustraciones de Giger, otro de Luis Royo, etc., pero en este asunto prefería ir por la vía clásica, porque la magia y el espiritismo se legitiman gracias a su antiguedad.

El caso es que jamás me he comprado una baraja de tarot. Siempre entro en las tiendas, me río de todos los libros absurdos que se publican sobre la Wicca (y no debería reírme, todo hay que decirlo), y al final salgo con las manos vacías, porque son muy caros y me parece estúpido gastarme las pelas en algo así. Me las he gastado en otras muchas chorradas, pero la espinita del tarot la llevo clavada desde hace muchos años ya.

Pues estaba el otro día vagando por internet, y me dije... ¿Y si encuentro un tarot entero en imágenes? Pues me lo imprimo, y así ya cumplo mi pequeño sueño. Me puse a la búsqueda, y al final encontré un tarot de Marsella enterito. Era bonito, pero no lo bastante bonito. Así que ya empezó mi momento de enajenación mental. ¿Y si me hago yo mismo un tarot?

Lo primero que pensé fue en hacerme un tarot con imágenes de pintores del renacimiento, pero entonces se perdía todo el simbolismo, así que decidí que, ya que tenía todo el tiempo libre del mundo (los que me conozcan detectarán la ironía en esta frase), podía dibujarme yo las 72 cartas que componen una baraja.

En fin, todo esto era para enseñaros las tres que tengo terminadas ya (en total, he hecho ya seis dibujos), por si alguien quiere darme su opinión o mandarme a la mierda, que todo es bienvenido. Las cartas guardan parecidos con las originales, mantienen el simbolismo dentro de lo que cabe, pero los personajes forman parte del universo personal-gótico de mi adolescencia (sacerdotisas de Arachnos, niños-gusano, un emperador decrépito) que creé para un cuento hace ya varios años. Con los 69 Eyes de fondo, este fue el resultado:

martes, 4 de diciembre de 2007

Los reyes son los padres (1): El calentamiento global




Hace tiempo recibí uno de esos típicos mails de "spam" en los que, con un tonillo reivindicativo y verdoso-radioactivo-ecologista, nos conminaba a apagar la luz cinco minutos todos a la vez para luchar contra el calentamiento global. Dicho mail, aparte de estar redactado con una pésima ortografía, no tenía ni pies ni cabeza, y así lo manifesté reenviando un mail larguísimo. Entonces se me ocurrió la idea de crear una página web llamada así: "Los reyes son los padres". En ella nos hubiésemos dedicado a criticar todo aquello que se admite como norma porque sí, aunque no sepamos si es cierto.


Obviamente, la idea decayó por pereza y falta de tiempo, y decidí que, ya que resucitaba este blog del olvido, bien podía poner una sección que se llamase así. El primer capítulo empieza con el calentamiento global como homenaje a ese acto fundacional, pero intentaré no quemar el tema en exceso.


Lo cierto es que yo no soy biólogo, y toda las ideas que tengo sobre el supuesto fenómeno del calentamiento global vienen de leer a Michael Crichton y su "State of Fear", y algún que otro artículo suelto que he ido encontrando en "Investigación y Ciencia", amén de consultar un par de páginas en internet sobre el tema. Es decir, que mi conocimiento sobre el tema es bastante limitado. Aun así, (biólogos aparte, por supuesto) dudo que los datos que maneje mucha gente que lea este post pasen de las típicas noticias que dan en la tele sobre las cumbres del medio ambiente y la peli de "el día de mañana". Así que, ahora que nos hemos situado todos en el mismo nivel, vamos a pasar a comentar el asunto.


Lo primero es que existen dos opiniones distintas entre los expertos sobre el calentamiento global, una que defiende que tal fenómeno existe, y otros que consideran que no. Obviamente, los primeros tachan a los segundos de estar pagados por las empresas que contaminan. Lo cierto es que este argumento es bastante pobre como demostración. También es cierto que el calentamiento global es un fenómeno que nadie define, que nadie especifica más allá del "efecto invernadero", conocido por todos y, al mismo tiempo, no demostrado con el rigor suficiente.
Tenemos que entender, además, que los grupos ecologistas son, literalmente, empresas, y cuanto más grandes e importantes son, más ingresos reciben (principalmente de donaciones, pero esta no es su única fuente). Obviamente, reciben el calentamiento global con los brazos abiertos, porque sembrar el alarmismo, y concienciar a la población de un hecho (sea cierto o no) aumenta notablemente sus arcas. Así a que lo que asistimos aquí es a una doble lucha: una entre diversos científicos e investigadores, otra entre empresas. Como ninguno de nosotros somos eruditos del tema, sino público general, la única información que recibimos es la de las empresas (empresas ecologistas y empresas "normales"). Como además estamos acostumbrados a que los ecologistas son buenos por naturaleza, y las empresas son malas, siempre hacemos caso a los primeros. Mi opinión particular es que aquí no hay buenos ni malos, todos somos malos, pero algunos escondemos los cuernos debajo de nuestra pancarta de activistas.


Voy a exponer tan sólo uno de los argumentos que podrían hacernos dudar del calentamiento global como un fenómeno real. Está sacado, efectivamente, de "State of Fear", pero eso, obviamente, no quiere decir nada hasta que nadie demuestre lo contrario. Vamos allá:
En el último siglo la temperatura ha aumentado 0, 76 grados. Éste parece, a primera vista, un hecho totalmente objetivo e irrefutable. Sin embargo, al mismo tiempo, es un dato completamente descontextualizado. A no ser que podamos relacionar de forma convincente el aumento de la temperatura con la labor del hombre, no podríamos hablar de Calentamiento Global. De hecho, a no ser que podamos relacionar dicho aumento con el aumento en la proporción de emisiones de gases, especialmente de CO2, no podemos usar dicho fenómeno como argumento.


Vamos a ver por qué se produce (o se ha podido producir) dicho aumento de la temperatura:
Lo primero, la temperatura ha aumentado 0, 76 grados desde 1890 hasta el año 2003. Sin embargo no ha aumentado siempre de forma constante y homogénea. De hecho, a partir de 1970 el crecimiento se acelera dramáticamente. De ésto se puede deducir razonablemente que. con el aumento progresivo de la industrialización a partir de la década de los 70, aumenta también la expulsión del dióxido de carbono como consecuencia de la quema de combustibles fósiles.
Sin embargo, también es interesante observar que entre 1890 y 1940, la temperatura también sube, esta vez de forma algo más moderada. Todo parece apoyar la teoría hasta que observamos el periodo entre 1940 y 1970 donde la temperatura, de hecho, decrece. Ni que decir tiene que en este periodo la industrialización fue más acusada que entre 1890 y 1940, y puede observarse claramente cómo los niveles de dióxido de carbono aumentan. Sin embargo, a mediados del siglo pasado, de hecho, los glaciares avanzaron. ¿Podemos entonces asociar el aumento de dióxido de carbono con el aumento de temperatura?


También debemos atender a la calidad de la información. ¿Cómo de precisos podemos considerar los datos de principios de siglo? ¿Son realmente datos globales? ¿Había alguien apuntando las temperaturas día tras día en el año 1900 digamos en... Bostwana? Probablemente no.
Tomemos entonces tan sólo los datos de los Estados Unidos. Es fácil observar cómo allí, en 130 años, las temperaturas han aumentado algo así como un tercio de grado. En otras palabras: la mitad.


Ya hemos sembrado la duda. Parece que, como mínimo, el Calentamiento Global podría no ser tan acusado como nos hacen creer. A pesar de ello, todavía tenemos que admitir que se ha producido un aumento en las temperaturas. Y ahora cabe preguntarnos... ¿dónde se han tomado esas mediciones? La respuesta, si fuese la obvia, sería en las ciudades. Y en las ciudades nos encontramos con el hecho de que el asfalto conserva el calor durante más tiempo, y eso produce un aumento de temperatura. Obviamente, este aumento es progresivo, porque las ciudades van haciéndose más grandes con el paso del tiempo. Pero esto no puede achacarse al calentamiento global, ni siquiera a la desertificación.


Bosquejaré otros datos, y que investigue el que quiera. Por ejemplo, al mismo tiempo que el hielo de la Antártida se está derritiendo, en Groenlandia, de hecho, se están formando nuevas placas de hielo. Somos incapaces de predecir el clima pero estamos haciendo estimaciones y modelos para dentro de cincuenta años. La Tierra funciona por ciclos, por periodos glaciares e interglaciares, y esto escapa de la mano del hombre. No sabemos cuántas especies distintas hay en el mundo, pero sin embargo afirmamos sin parpadear que cada día, 50 especies desaparecen para siempre y se extinguen.


La conclusión que yo extraigo personalmente de todo esto, es que nos están engañando, unos y otros. Nos engañan los que tienen razón y los que se equivocan (sean de la postura que sean) porque mostrar unos datos y ocultar otros impide que cada cual pueda formarse su propia opinión. Los datos son objetivos, la interpretación que unos y otros hacen de ellos, no lo son. Hablamos mucho de la "cultura de miedo" por parte de la política, y no nos damos cuenta de que el alarmismo se aplica también a hechos científicos. Si somos tan capaces de dudar de la gripe aviar, las vacas locas y la transmisión de enfermedades que regulan el mercado de la carne, si miramos con escepticismo el aumento de la criminalidad y de las medidas de seguridad, etc. ¿Por qué no podemos ver desde un punto de vista crítico el calentamiento global?


Con este artículo no estoy diciendo el calentamiento global que no sea cierto. Como ya dije no soy, ni mucho menos, experto en el tema. Pero me gustaría que todo el mundo pudiese aprovechar todo lo posible la libertad de expresión de otros, para leer, aprender, y formarse su propia opinión, más allá de lo que digan las noticias. En definitiva, me conformo con sembrar la duda.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Expocómic 2007

Ayer mismo fuimos a Expocómic 2007, y no puedo evitar dejar mis impresiones en el blog. Lo cierto es que la experiencia me dejó un sabor agridulce. El actual formato del Salón deja mucho que desear y, al mismo tiempo, me gasté toda la pasta que llevaba encima justo antes de que cerraran.

El sitio, situado en la Casa de Campo, dentro de lo que es el complejo del PCE cuando lo ponen, está muy bien, es grande y adecuado. En el piso de arriba tienen exposiciones (que no vimos) y abajo una sala de proyecciones (en la que no entramos). Todo esto para ponernos en situación. Ahora veamos los problemas:

El primero es que, desde hace unos años, Expocómic está completamente tomada por el manga y los otakus. Esto en cierto sentido es lógico, porque el Salón tiene que regirse por las leyes del mercado (al fin y al cabo, no es más que un enorme centro comercial en el que hay que pagar para entrar). Estoy completamente conforme con el anime, el manga (de hecho, parte de mi presupuesto se fue a engrosar mi colección de tomos de “la Espada del Inmortal”), y el otaku en general, pero todo en exceso es malo. Y parece que el Salón lleva un par de años organizado en torno al karaoke. Como considero que los otakus ya están bastante suplidos porque, además, tienen el Salón del Manga, me parece que dicho espacio debería reservarse a otras actividades.

Expocómic es, evidentemente, una estratagema del mercado y un lugar donde se potencia el consumo más excesivo posible. Esto no me parece mal, pero con los 5 euros que cuesta la entrada deberían potenciarse también otras actividades, que desde luego, no se hicieron el domingo, y dudo que se hicieran alguno de los otros días. Recuerdo algunos antiguos Salones del Cómic (uno ya tiene una edad, aunque no lo parezca), donde podías jugar los nuevos juegos de cartas que acabasen de salir al mercado, o dejarte arbitrar una partida de rol junto a tus colegas por uno de los másters del evento. El objetivo, por supuesto, era que luego salieras corriendo a comprar el producto, pero eran actividades divertidas y sociales (algo con lo que no está reñido el ser friki, si es que ser friki significa algo) que compensaban el precio.

La edad media de los asistentes al Salón ha caído en picado, y eso se demuestra en que uno de los stands fuese una tienda de chucherías, que los EMOs brotaran hasta de debajo de las piedras, y que las actividades incluyesen cursos de papiroflexia, por ejemplo. No me parece mal, toda crítica se puede achacar a motivos personales. Sin embargo, algo en lo que sí pondría el dedo en la llaga es que, en Expocómic, cada vez hay menos cómics y más chorradas. Y con chorradas me refiero a camisetas, colgantes, muñecos de acción, peluches, complementos… vamos, que parece que te has metido en el Corte Inglés.

Esto no es solo cierto para el Salón, sino también para las tiendas de cómics en general. Dado el precio creciente que tienen todos los productos relacionados con nuestra subcultura, uno no puede menos que preguntarse cómo la gente se puede permitir consumir esas cosas, y además comprarse los cómics o mangas en los que están basados esos productos. Yo, como consumidor de Marvel en general, y del universo mutante en particular, no doy a basto, así que deduzco que a los niñatos de hoy sus padres les deben estar forrando con dracmas, con kopins o con oro persa para que aprueben los exámenes. Es la única explicación que se me ocurre.

A pesar de todo esto, Expocómic está más lleno cada año. Y los disfraces se suceden, algunos de ellos muy conseguidos. De esto valoro dos cosas. La primera, que se pueda entrar gratis si se va disfrazado, una opción que habían limitado otros años. Y la segunda, las chicas que consideran que disfrazarse es quitarse ropa en vez de ponérsela. Aunque un amigo considera que ser mujer e ir ligera de ropa al Salón del Cómic es como disfrazarse de bollo en una convención de gordos, yo no puedo más que aplaudir ante los valores morales y sexuales de estas féminas. Un aplauso desde aquí para todas ellas, por cierto.

Cuando el asunto se vació un poco, lo cierto es que al final encontré cosas interesantes. Me acabé gastando la pasta en tomos en la última media hora, porque estaban bastante rebajados. Así que al final, salió a cuenta ir. Cuando salíamos vimos un montón de tipos raros (¡más raros que nosotros!) y nos dimos cuenta de que iban al concierto de los Chemical Brothers en un edificio de al lado. Triste coincidencia. Me cagué en todo, porque yo a ese concierto quería ir, y se me había pirado por completo el asunto. Tras dudar un momento, y ver que en mi cartera no quedan más que 15 míseros euros, tras hacer el amago de al menos comprar una camiseta del grupo en los puestos, decidí que lo más conveniente era ahogar las penas en alcohol y nos fuimos de tapas. Al final resultó un día bastante completo.

Concluyo ya, (y me vuelvo al estudio del materialismo histórico) pero antes me gustaría hacer una reflexión que viene bastante al caso con respecto al daño que nos ha hecho a todos el Día del Orgullo Friki. Sin pretender lanzar serpientes contra nadie, creo que yo, y así mis amigos, somos personas normales (o personas que pasan como normales). Podemos hablar con cualquiera de cualquier tema, somos sociables y nos gusta salir. Consumimos cosas que la mayoría de gente no consume, tenemos hobbies que supuestamente son especiales (o lo eran hace unos años, ahora ya no lo son), pero esa es la única diferencia, y no es tal. Por eso creo que el Día del Orgullo, que ensalza el hecho de ser diferentes, especiales, raros, y estar orgullosos de ello (orgullosos de eso, de ser el más exagerado, y en parte, de ser un poco tonto) es una solemne tontería. No paro de ver frikis que parecen estar en la "edad del pavo" con veintitantos años. No me parece una vergüenza, sólo una lástima. Yo no estoy orgulloso de ser friki. Ni dejo de estarlo. No formo parte de ninguna tribu urbana. Soy quien soy, y me conformo con eso. Ojalá alguien más piense lo mismo. Al fin y al cabo, hacer lo que hacemos no tiene nada de especial. Con que la sociedad se diese cuenta de eso, me daría con un canto en los dientes.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Complejos sobre la longitud: Alargamientos. (Las versiones del Director)





“Yo… he visto cosas que vosotros no creeríais… atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo que dura esta película como lágrimas en la lluvia. Es hora de dormir.”





(Roy Blatty)
En la edición extendida de Blade Runner, han usado una versión del famoso diálogo.




El otro día me llamó mi colega J para ir al Kinépolis a ver la versión extendida de Blade Runner. Después de negarme en redondo con las exageradas expresiones que son habituales en mí, me puse a meditar y decidí transmitir en el blog mi opinión sobre el asunto. Es decir, sobre los alargamientos innecesarios en el mundo del cine.



Ya me lo decía mi amigo Mike mientras nos ventilábamos una caja de botellines de cerveza: La moda ahora está en hacer películas larguísimas (el Señor de los Anillos, Piratas del Caribe, etc). Él criticaba ésta tendencia, y yo le decía que, cuanto más me gustase algo, cuanta mayor cantidad de droga pudiese correr por mis venas, pues tanto mejor.



Ésta es la postura que sigo manteniendo, pero tengo que hacer ciertas excepciones. Lo primero que tengo que decir es que hay un cierto número de películas que, aún a pesar de que son buenísimas, de que me encantan, de que entran con honores en el panteón mítico del cine, etc. soy incapaz de ver sin dormirme. En otras palabras, que si alguien me dice que no tienen final, y que continúan reproduciéndose indefinidamente, yo no tendría forma de llevarle la contraria. Algunos ejemplos de estas películas son: “2001, una Odisea en el Espacio”, “Dune”, “Apocalypse Now”, y la susodicha “Blade Runner”.



Es empezar a verlas y se te cierran los ojos. No creo que sea muy difícil escarbar en las causas de esta narcolepsia: música clásica, lentitud asfixiante, ambientes oníricos, o David Lynch (así, sin más), son razones más que suficientes para que yo mismo haya bautizado este género como:




...EL CINE DE LAS SÁBANAS BLANCAS.



Ahora que ya hemos analizado estas dos circunstancias, no resulta muy difícil comprender mi negativa. Pero me gustaría ahondar un poco más en por qué demonios se vuelven a sacar ediciones en cine de películas antiguas, con versiones del Director larguísimas e infumables.
Podemos empezar con una historia de terror: La primera versión de MI:2 (Mission Impossible II) que salió de la sala montaje duraba unas 6 horas. Hay gente a la que le da miedo coger las tijeras, aunque para ese caso particular yo hubiese usado un desatomizador de nivel 5 o, en el peor de los casos, un “grillo ruidoso“. El mismo Stephen King decía que era doloroso mutilar a tu propia creación, pero que, si lo pensabas, era como podar un árbol; al final la embellecía. Como siempre, el Maestro tenía razón. Para Stephen King, la primera versión de un manuscrito tiene que tener al menos un 10% menos de palabras que el borrador inicial.



¿Quién coge normalmente las tijeras por el mango? Pues los productores. Estos individuos, para el que no lo sepa, son como el tío Gilito después de una lobotomización. Siempre creen saber lo que quiere el público. Y lo que quiere el público es muy sencillo: Explosiones, desnudos, diálogos sencillos y una historia de amor que siempre acabe bien. Tienen razón, pero sólo en parte. Los productores suelen encargarse también de joder, en muchos casos, las buenas películas.
Mi opinión, a día de hoy, es que hay que valorar el trabajo de los productores (¡angelitos!) porque, en contra de un dicho popular, no es un trabajo “que pueda hacer cualquiera”. ¿Quién no puede hacer ese trabajo? Pues los directores, está claro. El epíteto “Director´s Cut” es la mejor garantía de que no vas a poder soportar tanta escena banal, o de que se han cargado un producto de calidad con todo aquel material que debió de quemarse y enterrarse.



Esta idea entra en conflicto con mi corazoncito geek, con mis deseos de coger algo que me gusta y explotarlo al máximo. Pero somos un mar de contradicciones, y la versión del director de “Apocalypse Now“ (la cual no he visto) seguro que es un coñazo insufrible. El mismo J me decía que habían incluido una escena que el director había descartado porque estaba mal rodada (a veces no son solo los directores los que meten mano, por supuesto).



Y con Blade Runner seguramente pasará lo mismo. Cuando pasen la versión extendida por la tele (ese cacharro enorme que hay en mi salón y que está cogiendo polvo desde que tuve un ordenador entre las manos), la veré, y entonces pasará algo increíble y maravilloso. Será taaaan, taaaan larga, que me dormiré, y cuando me despierte, todavía no habrá acabado. Y por fin podré ver el final.

Y supongo que eso debe de ser, en el fondo, un poco como ver a Dios.

Edición especial para insomnes. Cuatro DVDs y más de 10 horas de extras y entrevistas con el director.

Entre la duda razonable y el escepticismo radical

Estaba el otro día en un congreso de mis cosas. Un ponente habló de la imposibilidad de entender la mentalidad de los pueblos antiguos y, por tanto, comprender sus textos. Después hubo una mesa redonda, y dicho ponente levantó la mano para criticar, en cierto sentido, la forma en la que se investigaba la historia. Dijo que los métodos que se estaban usando eran ingenuos, que se afirmaban cosas como si fuesen ley, que la investigación histórica estaba, nada menos que gobernada por la prepotencia (si bien no fueron éstas sus palabras textuales). No hubo tiempo para que yo levantase la mano (desde el público) y respondiese a sus críticas.


Ya he expresado el entorno de mi crítica de forma suficientemente vaga, y paso a comentar ahora lo siguiente:
Opino que ese ponente desconocía, en gran medida, lo que es la investigación histórica. Todo historiador al escribir se basa en la premisa de que cualquier opinión o teoría que plantee va a ser inevitablemente subjetiva. Es obvio que debe alejarse lo más posible de sus tendencias políticas y su propio entorno cultural para acometer el trabajo; pero hacer esto en un 100% es imposible.


El estudioso de historia, por otra parte (es decir, el que lee el trabajo del historiador), debe ser consciente de esto, y normalmente cualquier persona especializada lo sabe y es cómplice de esta circunstancia. El lector sabe que no está leyendo la historia en sí, sino una versión de la historia. La historia en sí es un concepto utópico. No se puede alcanzar, pero es algo a lo que debemos tender, y de ahí la premisa de intentar ser lo más objetivo posible. Mientras no se ignoren deliberadamente datos que no encajan con nuestras hipótesis, falseemos las versiones, o las utilicemos para apoyar nuestros propios intereses políticos, todo está bien. (Por eso hay gente que, aunque escriba sobre historia, no es historiador, y sus opiniones no merecen ningún respeto y son, a la postre, completamente falsas). Por poner un ejemplo no real (pero aun así, preocupantemente similar a la realidad) la invención de la historia por parte del gobierno que se hace en la novela 1984 de Orwell.


Esto es lo que hay, y con este material es con el que el historiador debe trabajar. Y aunque pudiéramos usar métodos de ciencia-ficción para ayudarnos en nuestra investigación, no podríamos llegar a mucho más. Platón podría intentar explicarnos su filosofía desde el punto de vista de la época, pero, para entender a Platón, habría que ser Platón (y ni siquiera así). Viajar en el tiempo y ver el pasado haría que volviésemos con una idea más clara de lo que era, pero, a pesar de todo, cuando volviésemos y lo pusiésemos todo por escrito, opinaríamos sobre ello desde el punto de vista en el que vivimos, del lugar en el que estamos. En definitiva, de lo que somos.


No hay solución para esto. Es gracioso el conflicto que tenemos: No podemos estudiar un periodo histórico si vivimos en él, puesto que no podemos ser objetivos al respecto. Pero, por otro lado, tampoco podemos estudiar tiempos remotos, porque estamos demasiado lejos de sus modelos de pensamiento.


Creo que todos somos conscientes de que no se puede estudiar la historia. Lo único que puede estudiarse son las interpretaciones que se hacen de ella, y ser sincero.
Este ponente no sabe en realidad absolutamente nada del trabajo de investigación. No conoce la diferencia entre una duda razonable y un, por otra parte mucho más cómodo, escepticismo radical. La diferencia está entre dudar sobre cuáles fueron las causas principales para la crisis del Imperio Romano del siglo III a dudar de que el Imperio Romano existiese alguna vez.
Es lo mismo que ocurre con los documentales sobre Egipto y los extraterrestres. Decían que la base de la esfinge había sido datada en un periodo mucho anterior a la construcción de dicho monumento. Los historiadores se lavaban las manos. Está más que claro que los extraterrestres están detrás de esto.


Los historiadores opinaban, en cambio, que la base de la esfinge había pertenecido a un monumento anterior y, como había ocurrido tantas veces en el mundo egipcio, se había aprovechado para el nuevo. Creo que el ponente al que me refiero afirmaría que una hipótesis es tan válida como la otra y todas a la postre son falsas.
Yo, en mi humilde opinión hago como Sherlock Holmes. Una vez eliminado lo imposible, lo improbable, por increíble que parezca, será la verdad. Ojalá todo fuera así de simple. Pero con esto solo quiero decir que la segunda opción es más probable que la primera, porque tenemos pruebas de una y ninguna de la otra.


La posición que mantenía el ponente nos lleva a dudar de todo, pero no en forma de duda sana y suspicaz, sino de una duda que daña realmente la investigación histórica. Una tesis tan radical nos llevaría a tener que olvidar por completo el estudio del pasado por ser radicalmente incapaces de comprenderlo.


Esto no quita que los historiadores no caigan muchas veces en aceptar como dogma lo que dicen los más viejos, los más sabios, los más valorados. Algunas tesis se han mantenido más tiempo del realmente necesario sólo por el prestigio del que las exponía (un ejemplo para mí sería Alföldy). Pero esta tendencia se termina con un espíritu crítico que, por otra parte, debería ser característica indispensable para el que ejerce esta profesión.


Descartes solucionaba todo este asunto que llevo tratando con la existencia de Dios. Yo no creo en Dios, pero tampoco creo en el geniecillo maligno. Cuando lo vea, hablaremos. Mientras tanto, seguiremos investigando. Todos tenemos nuestros defectos.




Alienígenas egipcios hallados por los arqueólogos y ocultados para que el pueblo no sepa nunca la verdad. ¿A que son monos? ¿Are u a believer?