sábado, 1 de diciembre de 2007

Entre la duda razonable y el escepticismo radical

Estaba el otro día en un congreso de mis cosas. Un ponente habló de la imposibilidad de entender la mentalidad de los pueblos antiguos y, por tanto, comprender sus textos. Después hubo una mesa redonda, y dicho ponente levantó la mano para criticar, en cierto sentido, la forma en la que se investigaba la historia. Dijo que los métodos que se estaban usando eran ingenuos, que se afirmaban cosas como si fuesen ley, que la investigación histórica estaba, nada menos que gobernada por la prepotencia (si bien no fueron éstas sus palabras textuales). No hubo tiempo para que yo levantase la mano (desde el público) y respondiese a sus críticas.


Ya he expresado el entorno de mi crítica de forma suficientemente vaga, y paso a comentar ahora lo siguiente:
Opino que ese ponente desconocía, en gran medida, lo que es la investigación histórica. Todo historiador al escribir se basa en la premisa de que cualquier opinión o teoría que plantee va a ser inevitablemente subjetiva. Es obvio que debe alejarse lo más posible de sus tendencias políticas y su propio entorno cultural para acometer el trabajo; pero hacer esto en un 100% es imposible.


El estudioso de historia, por otra parte (es decir, el que lee el trabajo del historiador), debe ser consciente de esto, y normalmente cualquier persona especializada lo sabe y es cómplice de esta circunstancia. El lector sabe que no está leyendo la historia en sí, sino una versión de la historia. La historia en sí es un concepto utópico. No se puede alcanzar, pero es algo a lo que debemos tender, y de ahí la premisa de intentar ser lo más objetivo posible. Mientras no se ignoren deliberadamente datos que no encajan con nuestras hipótesis, falseemos las versiones, o las utilicemos para apoyar nuestros propios intereses políticos, todo está bien. (Por eso hay gente que, aunque escriba sobre historia, no es historiador, y sus opiniones no merecen ningún respeto y son, a la postre, completamente falsas). Por poner un ejemplo no real (pero aun así, preocupantemente similar a la realidad) la invención de la historia por parte del gobierno que se hace en la novela 1984 de Orwell.


Esto es lo que hay, y con este material es con el que el historiador debe trabajar. Y aunque pudiéramos usar métodos de ciencia-ficción para ayudarnos en nuestra investigación, no podríamos llegar a mucho más. Platón podría intentar explicarnos su filosofía desde el punto de vista de la época, pero, para entender a Platón, habría que ser Platón (y ni siquiera así). Viajar en el tiempo y ver el pasado haría que volviésemos con una idea más clara de lo que era, pero, a pesar de todo, cuando volviésemos y lo pusiésemos todo por escrito, opinaríamos sobre ello desde el punto de vista en el que vivimos, del lugar en el que estamos. En definitiva, de lo que somos.


No hay solución para esto. Es gracioso el conflicto que tenemos: No podemos estudiar un periodo histórico si vivimos en él, puesto que no podemos ser objetivos al respecto. Pero, por otro lado, tampoco podemos estudiar tiempos remotos, porque estamos demasiado lejos de sus modelos de pensamiento.


Creo que todos somos conscientes de que no se puede estudiar la historia. Lo único que puede estudiarse son las interpretaciones que se hacen de ella, y ser sincero.
Este ponente no sabe en realidad absolutamente nada del trabajo de investigación. No conoce la diferencia entre una duda razonable y un, por otra parte mucho más cómodo, escepticismo radical. La diferencia está entre dudar sobre cuáles fueron las causas principales para la crisis del Imperio Romano del siglo III a dudar de que el Imperio Romano existiese alguna vez.
Es lo mismo que ocurre con los documentales sobre Egipto y los extraterrestres. Decían que la base de la esfinge había sido datada en un periodo mucho anterior a la construcción de dicho monumento. Los historiadores se lavaban las manos. Está más que claro que los extraterrestres están detrás de esto.


Los historiadores opinaban, en cambio, que la base de la esfinge había pertenecido a un monumento anterior y, como había ocurrido tantas veces en el mundo egipcio, se había aprovechado para el nuevo. Creo que el ponente al que me refiero afirmaría que una hipótesis es tan válida como la otra y todas a la postre son falsas.
Yo, en mi humilde opinión hago como Sherlock Holmes. Una vez eliminado lo imposible, lo improbable, por increíble que parezca, será la verdad. Ojalá todo fuera así de simple. Pero con esto solo quiero decir que la segunda opción es más probable que la primera, porque tenemos pruebas de una y ninguna de la otra.


La posición que mantenía el ponente nos lleva a dudar de todo, pero no en forma de duda sana y suspicaz, sino de una duda que daña realmente la investigación histórica. Una tesis tan radical nos llevaría a tener que olvidar por completo el estudio del pasado por ser radicalmente incapaces de comprenderlo.


Esto no quita que los historiadores no caigan muchas veces en aceptar como dogma lo que dicen los más viejos, los más sabios, los más valorados. Algunas tesis se han mantenido más tiempo del realmente necesario sólo por el prestigio del que las exponía (un ejemplo para mí sería Alföldy). Pero esta tendencia se termina con un espíritu crítico que, por otra parte, debería ser característica indispensable para el que ejerce esta profesión.


Descartes solucionaba todo este asunto que llevo tratando con la existencia de Dios. Yo no creo en Dios, pero tampoco creo en el geniecillo maligno. Cuando lo vea, hablaremos. Mientras tanto, seguiremos investigando. Todos tenemos nuestros defectos.




Alienígenas egipcios hallados por los arqueólogos y ocultados para que el pueblo no sepa nunca la verdad. ¿A que son monos? ¿Are u a believer?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Amén!

Ya tienes una fan-fatal más en tu larga lista Vic..

Anónimo dijo...

SOn las 7:45 de la mañana, mis dedos apenas llegan a pulsar en el orden correcto las teclas, y ni siquiera sé que demonios hago a estas horas mirando tu blog, pero me ha gustado este post, porque en realidad con la ciencia pasa un poco lo mismo. No puedo relatar con más precisión mis pensamientos al respecto debido probablemente a una disfunción psico-motriz propia de la hora y mi estado (adquirido después de un sana fiesta,todo sea dicho)