viernes, 30 de noviembre de 2007

Traumas infantiles

Pues sí, el otro día estaba pensando en esas cosas que nos daban miedo de pequeños. Estaba el rollo ese de salir corriendo al tirar de la cadena del wáter, porque si no, venía la Mano Negra (no sé si la leyenda urbana se refería al grupo de Manu Chao. En cualquier caso, no me gustaría que aparecieran por mi cuarto de baño mientras cago, qué se yo).
Luego había otra leyenda urbana que decía que si mezclabas la cocacola con peta-zetas te estallarían las tripas en medio de un indecible dolor. Nadie lo creía en serio, pero yo recuerdo que una vez en el patio del colegio un chaval dijo que iba a probarlo y al final se achantó y todo quedó en agua de borrajas. Con el tiempo (el paso de la niñez a la juventud alcohólica y degenerada) ese mito derivó en el de no mezclar la leche con Malibú para que no formara una masa mutante en tu estómago (al más puro estilo "The Blob: El horror no tiene forma"). Pero eso es otra historia.
Pasando de esas cosas, recuerdo en concreto 2 miedos mucho más particulares, en torno a cosas que EN TEORÍA, jamás deberían de habernos dado miedo:

1. ¿Qué coño estaba pensando Steven Spielberg al hacer un muñecote tan repugnante como ET? En serio, joder, cualquier niño normal se asustaría al ver una especie de cerdo marrón travestido (cuando la niña Barrymore le pone la peluca es aún más espeluznante) con un cuello gusano y andando a trompicones por ahí. Si os acordáis hablaba con una voz aguda y desagradable, vagamente humana, que recordaba a los chillidos de un puerco, y comía emanems con esos dedos largos y asquerosos... puaggh.


2. Epi y Blas. De nuevo lo más desagradable de estos tipos eran sus voces: la de uno, nasal y violenta (especialmente cuando se enfadaba con su compinche de fechorías), y la del otro un simple susurro, todavía más terrible si cabe. Ambos hacían cosas raras, parecían tener tendencias psicopáticas. Me imaginaba a semejantes individuos, tan antinaturales ellos todos de trapo, con esas narices bulbosas y esos movimientos a brincos, vagando por el salón de mi casa y se me caía el alma a los pies. Y para el que piense que estoy loco, que busque por ahí una web que se llamaba "Bert is Evil", que supongo que seguirá en activo, y que le eche un ojo, que ya verá como hay gente más enferma que yo.



Ya ni hablemos del "Con Mucha Marcha" de Leticia Sabater, que nos mostraba a una horrorosa cuarentona teñida de rubio, vestida de rosa y con ropa de gimnasio, presentando un programa infantil.
¡Se supone que son programas para niños, por el amor de un Diox! En fin, no sé qué coño se les pasa por la cabeza a algunos, pero marcan indeleblemente a los críos con traumas para toda la vida.

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